martes, 26 de julio de 2016

“La balsa de la medusa” de Théodore Géricault.




Sin lugar a dudas, “La balsa de la medusa” de Théodore Géricault, es uno de los cuadros más impactantes de la modernidad; y quizás eso se deba a que detrás de una fuerte imagen, hay una fuerte historia real.
En 1816, la fragata “La méduse” de la armada francesa, partía hacia Senegal para recuperar su colonia por parte de Inglaterra. En su afán de querer llegan antes de tiempo, se encalló en un gran banco de arena a 60km de la costa de África. Pasaron los días, y al no recibir ayuda, decidieron viajas a la costa en los botes de salvamente. Pero los mismos no alcanzaron para todos. Ciento cuarenta y seis personas tuvieron que crear una balsa y partir o quedarse en la fragata y morir. Y sin saberlo, esta improvisada balsa con su tripulación iba a ser inmortalizada en un museo francés…
Luego de 13 días de naufragar, un buque los encontró, pero con solo 15 personas a bordo. 
Los sobrevivientes relataron escenas de canibalismo, desesperación, suicidios y asesinatos. Todo en un rectángulo de 20m x 7m.
El gobierno francés trató de ocultar la noticia, ya que era un verdadero papelón para el regreso de los borbones con Luis XVIII luego de haber podido derrotar a Napoleón.
Sin embargo, para Théodore Géricault este hecho debía de conocerse, y si la prensa no podía, lo haría el arte. Por eso se considera, más allá de una gran obra de arte, una protesta política.
Y realizando un análisis personal, el cuadro nos recuerda cómo la actitud que tomamos frente a diferentes pormenores en la vida, puede salvarnos o matarnos. 
El cuadro narra el momento en cuando los náufragos notan un barco lejano. Claramente puede ser el momento e salvación o no. Sin embargo, la actitud de cada uno de los náufragos, define cada posible actitud que uno puede tomar ante un problema en su vida. La mitad de la izquierda de la balsa, claramente, es la actitud de la resignación y la entrega. En el extremo yacen los cadáveres, los moribundos y un hombre sentado de barba blanca (mirando hacía el otro lado) con un rostro de desesperanza. Luego, de apoco, y mientras nos corremos hacia la derecha, las actitudes de los náufragos comienzan a ser positivas. El clima empieza a cambiar hasta llegar a un personaje clave: Aquel joven de espaldas, mirando hacia el barco, agitando un trapo rojo en busca de ser vistos y poder ser rescatados. Aquel joven de espaldas que les devolverá la esperanza de la vida. 
Lo interesante, es que el viejo de la izquierda, de barba blanca y rostro desesperanzador, posee el mismo trapo rojo del joven que lo agita buscando una oportunidad. ¿Y saben qué? Finalmente fueron rescatados.

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