martes, 26 de julio de 2016

El Acorazado Potemkin.





El acorazado potemkin es una de las películas que pelea el puesto de “Mejor film de la historia”, y claramente, tiene con qué pelear.

En 1925 Serguéi M. Eisenstein decide conmemorar los 20 de la revolución de 1905 con un film emblemático. En aquellos días el pueblo ruso, inconforme con las políticas zaristas, realizó varias huelgas, protestas y motines dentro de las fuerzas armadas. El efecto fue inmediato. Rusia entró en una etapa de monarquía parlamentaria, aunque sólo superficialmente, lo que llevará a los marxistas a otras revoluciones hasta llegar a la definitiva de Octubre de 1917.Uno de los motines más emblemáticos fue el que llevaron a cabo los tripulantes del acorazado potemkin en las orillas del puerto de Odesa. Eisenstein vio aquí una analogía casi perfecta de la revolución proletaria.

En el film, los marineros se quejan de las malas condiciones en el barco (representan al pueblo obrero ruso) y se levantaban en armas contra sus almirantes (representan a la monarquía zarista). El film está divididos en capítulos, un estilo que van a adoptar muchos cineastas (entre ellos Tarantino). Es un relato lineal de cómo despertó un pueblo ante la opresión de un estado que no los representa.

Serguéi es un artista de los primeros planos. Una vez más, el cine nos demuestra que no hace falta el sonido para crear emociones en el espectador. Las caras y los gestos de sus actores hacen de la realidad una película suya. Uno realmente se interioriza en la problemática del motín, que no es otra cosa, que la problemática humana. La injusticia, la explotación, la dictadura, las armas, la muerte, el hambre, la empatía y el apoyo a una causa.

El capítulo estrella es “la escalera de Odessa”. La misma quedó en la historia del cine. La guardia imperial zarista bajando por las escaleras fusilando a los pacíficos protestantes es una analogía del poder represor de las monarquías. Aquella madre con su hijo muerto, que se da vuelta para enfrentar la opresión, se convertirá en la patria rusa tratando de concientizar a su pueblo de que es momento de enfrentar al estado zarista. Aquel bebé que cae sin destino por las escaleras, es una imagen del futuro incierto de Rusia. La única salida, será la revolución proletaria y en eso hace hincapié la propaganda marxista de 1925. La utilización del travelling marcó un antes y un después gracias a esta escena. Eisenstein lo utiliza acompañando a los protestantes bajando las escaleras escapando de la muerte. Las tomas son largas y con una velocidad justa. Logra captar la tensión del momento donde uno siente estar bajando esa escalera. Son quizás, los travelling que más marcaron la historia del cine. Por algo, es una de las escenas con más homenajes dentro de una de las películas más homenajeadas en la historia del cine.

Pero a pesar de la escalera de Odessa, la firma de Sergei, va a ser el arte de generar tensión. La misma nace en largas secuencias con muchos planos, como un mar infinito de detalles que hacen a la incertidumbre el ruido insoportable de esta película muda. El último capítulo, donde hasta último momento uno no sabe si los van a atacar o unirse a su motín, la tensión llega a un clímax donde es imposible no involucrarse y emocionarse.

Sergei logra que te sientas obligado a sentir empatía con las personas oprimidas. Casi imposible no lagrimear al final. Por un lado, cumple con el propósito de la propaganda soviética que financia el film, pero por otro, cumple con el arte del cine. Es una cátedra de cómo trasmitir todas las sensaciones a través de imágenes filmadas, editadas y con música. El “Acorazado Potemkin” será parte de la esencia del cine moderno.

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